La arquitectura se ha asegurado tradicionalmente la tarea de organizar el espacio del “hombre” y su cultura. Siempre ha considerado que su principal objetivo es proteger al ser humano de su entorno a través de la construcción de refugios que le aseguraran protección frente a multitud de circunstancias, ya fueran condiciones climatológicas, criaturas salvajes, o invasiones de pueblos desconocidos. Esto ha sido así siempre o al menos es lo que nos han hecho creer desde principios de la modernidad.
Bajo esta reflexión, Takk Arquitectos se propone construir 'Solstice', un proyecto que propone una instalación efímera donde se pueda celebrar el solsticio de verano a través de un reconexión socio-carnal con la naturaleza. Para la instalación, Takk trabaja en dos acontecimientos de forma paralela, un espacio ritual, y una convocatoria de una fiesta-performance.
La arquitectura se tornaba tanto más sofisticada y refinada cuanto más se alejaba de su entorno y se convertía en un elemento asilado y autónomo. Pero no es difícil ver cómo este sentimiento que coloca en compartimentos estancos naturaleza y cultura, originado en los modos de conocimiento científico y en relaciones basadas en la dominación y la competencia, parece no tener vigencia en la actualidad.
La profileración de conceptos como Antropoceno, Capitaloceno, o Chucutloceno, según la precisión con la queramos referirnos al momento presente, son un buen ejemplo de ello. El calentamiento global, la disminución de la biodiversidad, la pérdida de masa forestal, o el agotamiento de recursos nos hace responsables de un escenario natural inseparable de lo humano. El planeta es ya una producción material resultado de las acciones humanas.
Solstice es la puesta en marcha de una arquitectura post-natural mediante el diseño de una multitud de sistemas materiales haciendo del proyecto un laboratorio abierto de exploración de nuevas narrativas tanto técnicas como estéticas.
La propuesta tiene como intención dotar de un espacio de sombra y descanso al jardín trasero de una masía aislada situada en Riudellots de la Selva, Girona. Este espacio, pese a ser utilizado básicamente durante los meses de verano, cuando la masía está ocupada por sus inquilinos que la utilizan como segunda residencia, se concibe como un elemento que co-habitará el jardín y el paisaje de Riudellots durante todo el año haciendo de esta circunstancia el motor del proyecto.
De esta manera el pabellón es una oportunidad para trabajar con formas y materiales que habitualmente no son de uso común en la arquitectura pero que en este caso ayudan a construir una mediación entre propietarios y jardín, a la vez que invita a los usuarios a una experiencia corporal y sensitiva. Flores, ramas, o piedras recogidas en el propio lugar comparten protagonismo con otros materiales típicamente “arquitectónicos” como la madera, la cuerda o la espuma para configurar el pabellón.
Una estructura de madera, ensamblada mediante 16 secciones verticales y 4 horizontales fresadas con control numérico, soporta una cubierta de 6 centímetros porex acabada en dorado y un falso techo interior de espuma blanca. Como elemento de transición entre interior y exterior se colocan 16 capiteles de plakene de diferentes tamaños trabajados mediante origami, y para proteger del viento predominante en el interior se coloca una cortina exterior hecha mediante hilos de nailon entretejidos.
Finalmente sobre la cubierta se practican una serie de orificios que filtran la luz hasta el interior.
Autor del proyecto: takk / mireia luzárraga + alejandro muiño
Emplazamiento: Riudellots de la Selva, Girona, España
Promotor: Privado
Fotografías: José Hevia
Instagram: @we_are_takk